Fue en una charla sobre búsqueda de empleo, cuando una mujer me preguntó por sus posibilidades laborales en otros sectores totalmente distintos al suyo. Había escuchado titulares como “profesión del futuro”, “ha experimentado un crecimiento del….”, “demandan profesionales”, “plazas sin cubrir”, llegando a la conclusión de que reinventarse en un área nueva, supondría un reto que le devolvería la ilusión perdida con el desgaste del ejercicio continuado de la misma profesión y la precariedad laboral en su actividad. No era mi intención desanimar a nadie, y puesto que la cuestión despertó interés en varios de los asistentes, sólo realicé las siguientes preguntas:
¿Cuáles son los motivos que le llevan a un cambio tan radical?
¿Conoce realmente el sector en el que se quiere introducir? ¿Qué le induce a pensar que le devolverá la ilusión?
¿Cómo es el perfil de un/a trabajador/a de ese sector?
¿Es un reto asumible? Y no me refiero sólo en costes económicos y formativos, si no en tiempo.
En resumidas cuentas, ¿se ha informado bien?
A lo anterior, añadiría que es necesario un ejercicio profundo y honesto de reflexión sobre uno mismo, sus capacidades y habilidades. En esta época de fiebre emprendedora se corre el riesgo de lanzarse al vacío más inmenso llevado por la euforia de salir de la tan manida zona de confort y que ha tomado un cariz negativo del que hay que huir para no convertirse en polilla o bolita de alcanfor. Yo creo, que todo en su justa medida, y cierto grado de conformismo resulta incluso adaptativo según qué cosas. Al igual que cierto grado de riesgo e innovación genera otros beneficios.